Deuteronomio 30:1-20
Este puede
convertirse en el mejor año que hayas vivido en la vida… Todo va a depender de
las decisiones que tomes.
Entre
semana platique con una señora que se llama Rosalinda y ella me decía Pastor:
Los Cristianos Muchas veces confundimos las Pruebas que Dios nos pone, con las
consecuencias de nuestras malas decisiones. No es lo mismo PRUEBA, que
CONSECUENCIAS DE MALAS DESICIONES. Una Prueba es algo que Dios nos pone para
ser mejor personas y una Consecuencia de malas decisiones, es el sufrimiento
que nos viene por decidir mal.
LOS COHEN
(Los Cohen son una familia
que va en el desierto rumbo a la tierra prometida, guiados por una nube de día
y una columna de fuego en la noche)
Les voy a contar la historia de una familia que su
apellido era COHEN. El papá de la familia Se llama Felipe Cohen y su esposa Rebeca,
son padres de cinco hermosos hijos, que van desde los quince a los cinco años
de edad.
Los Cohen son una familia típica, el Señor es
ganadero, cuida borregos. Ella es una excelente cocinera. A decir verdad, los
Cohen nunca hubiesen pasado a la historia, de no ser porque eran una de las
tantas familias que integraban el éxodo por el desierto. Nuestros amigos se
dirigen hacia la tierra prometida y son liderados por un viejo patriarca,
llamado Moisés.
Para ser más precisos, hace unos catorce años que
están dando vueltas por el interminable y árido desierto. Una nube los guía
durante el día y una columna de fuego los protege por las noches. La filosofía
de trabajo es más que sencilla: si la nube se queda quieta, todo Israel acampa
debajo; si la nube comienza a moverse, todo el mundo levanta campamento y se
dispone a seguirla. En pocas palabras: son nómadas.
Los Cohen ya lo han incorporado a su habitual
rutina. En efecto, sus niños no conocen otra cosa que la blanca arena del
desierto. Lo único que altera la semana es cuando los centinelas anuncian que
la nube ha comenzado a moverse; recién entonces, renace la esperanza de estar
más cerca del destino, de esa famosa región que Moisés les prometió una y otra
vez que conocerían. De eso se trata la vida de los Cohen. Caminar, detenerse, Acampar, desempacar
maletas, empacar maletas, arriar el ganado, seguir caminando y volver a
acampar hasta la nueva señal.
(La decisión de quedarse…)
Pero algo va a ocurrir en la vida de los Cohen.
Algo que la leyenda dice que los marcó para siempre. Una decisión. Dicen que
todo comenzó con una charla privada en la cama matrimonial, un incierto día,
alrededor de las once de la noche. Rebeca le dijo a Felipe:
—¡Estoy harta de dar vueltas!.
Felipe
Pensó que solo se trataba de sus habituales cambios de carácter y no le hizo
mucho caso.
—¡Dije que estoy harta de dar vueltas por este
desierto! Volvió a decir Rebeca muy molesta.
Felipe
trata de decirle algunas palabras alentadoras.
—Tú sabes que nos dirigimos a la tierra que Dios
habló... no creo que falte mucho...
— ¿Cuál es tu concepto de «mucho»? responde
Rebeca. ¿Catorce años o más?
Quiero un futuro diferente para mis hijos, un
lugar estable; necesito tener una dirección personal mediante la cual la gente normal
pueda localizarme; un sitio donde sacarme fotografías y mostrárselas a mis
nietos diciéndoles que esa es la casa de la abuela... ¡no quiero ser una gitana
por el resto de mi vida!
—Entiendo
—dice Felipe acariciando los cabellos de su mujer — sucede que estamos bajo la nube de Dios, bajo cierta protección.
Hemos estado catorce años siguiendo su dirección, como el resto del pueblo. Es
demasiado arriesgado pensar en...
— ¿Pensar en nuestros hijos? ¿Es demasiado
arriesgado pensar por una vez en nosotros? ¿No te parece un poco raro que nunca
lleguemos a esa famosa tierra del «nunca ja-más»? ¿Quién nos asegura que Moisés
esta bien? ¿Y qué si el sol le quemó sus neuronas y estamos a merced de un loco
idealista? – dijo Rebeca.
Felipe
tiene muchos años de casado y sabe cuando su mujer habla en serio. No hay mucho
más por hablar, Rebeca no quiere seguir con la caravana. Y por ultimo Rebeca dice:
—Cuando la nube vuelva a moverse, puedes irte tú,
si lo deseas. Pero Yo y los niños nos quedaremos aquí.
(Los Cohen toman la
decisión de quedarse en el desierto…)
Al día siguiente, muy temprano, los centinelas
anuncian que la nube ha comenzado a moverse. Miles de personas dan inicio a un
nuevo éxodo. Todo el mundo corre a recoger su casa de campaña, exceptuando a
los Cohen, que anoche tomaron una importante determinación: no
seguirán bajo la nube.
Los vecinos asombrados se acercan a preguntarles
el porqué de esa extraña actitud. En tantos años, nadie jamás había osado
quedarse. Don Cohen trata de dar algunas explicaciones. Dice que está cansado,
que dedicará el resto de su vida a su esposa, que no comparte la visión de los
líderes, les confiesa a sus amigos más íntimos que no está de acuerdo con el
liderazgo de Moisés, entre otras cosas…
Los Cohen se quedan en el desierto. Cuando el
último rayo de sol se oculta tras una inmensa montaña de arena, la silueta de
la última familia se ve en el horizonte. Los Cohen han quedado silenciosamente
en medio de la nada. La calma es absoluta. Felipe respira y llena sus pulmones
con aire fresco varias veces.
«Finalmente», piensa,
«no fue una mala
decisión».
No tienen que estar esperando a que una nube les
tenga que decir lo que tienen que hacer. Tampoco dependen de Moisés ni de su
ocasional locura. No tienen que soportar a vecinos molestos ni a la chismosa
de enfrente. No fue tan mala idea, después de todo… dicen ellos.
(Los Cohen experimentan por primera vez el frío del desierto…)
Acaba de oscurecer y ya deberían estar en la cama.
Rebeca casi no habla, solo sonríe, agradecida por el apoyo incondicional de su
marido en una decisión tan importante.
«Hace un poco de frío», dice el mayor de sus
hijos. Es cierto, la temperatura no para de bajar. Rebeca abriga a sus niños más
pequeños y le agrega una manta al chiquito de cinco años, que no para de
temblar. El frío comienza a calar los huesos. Se mete por los huecos de la
carpa.
(Los
detractores de la Biblia afirman que jamás existió un éxodo por el desierto, ya
que ningún mortal hubiese resistido las altas temperaturas del día y las
bajísimas temperaturas de la noche. Lo que no saben los ateos, y tampoco lo
sospecharon los Cohen, es que la nube de gloria durante la noche se
transformaba en columna de fuego y eso mantenía la temperatura ideal en el
ambiente. Ahora la nube se fue con el resto de Israel, por lo tanto, esta noche
no hay calefacción para la familia.)
Los Cohen perdieron el fuego.
Siempre he creído: que
cuando una persona está desanimada, eso no ocurrió de la noche a la mañana. Si
no que fue perdiendo el fuego de Dios poco a poco.
Al principio leías la Biblia con pasión, con
interés… ahora te parece aburrida, te da sueño.
Al principio orabas durante mucho tiempo y
buscabas esos momentos para estar a solas con Dios y platicarle tus
sentimientos mas íntimos… ahora muy apenas te acuerdas de hablar con El, casi
no oras.
Al principio era una emoción indescriptible venir
los domingos la iglesia. Ahora realmente
te cuesta levantarte por la mañana y venir, algunas veces decides quedarte.
Cuando
todo esto ocurre empezamos a morir un
poco espiritualmente. El frío nos comienza a congelar el corazón. Estamos
desanimados.
(Los Cohen por primera vez
en 14 años se quedan sin comida y sin agua…)
Los Cohen pasan la peor noche de sus vidas, la más
helada. Los primeros rayos del sol que se asoman en el horizonte son como un
regalo esperado. Rebeca sale de la tienda a buscar el maná diario. Un buen
desayuno le devolverá el ánimo a su familia, luego de una pésima noche. Pero la mañana
les tiene reservada una amarga sorpresa: tampoco hay maná para el desayuno.
«Es
imposible», rezonga Felipe, «iEn catorce años, jamás nos faltó de comer!»
Lo que
ignora Don Cohen es que el maná provenía de la nube. Ahora que no están bajo la
nube, tampoco hay provisión de Dios.
Las malas decisiones nos
afectan… Una mala decisión afecta tu economía. Cuentas sin
pagar. Sueldos que no alcanzan. El desempleo toca a tu puerta. Tarjetas de
crédito con intereses que no podemos pagar y cheques sin
fondos.
Pero
Felipe Cohen tiene sangre Mexicana. Y alguien como él, está acostumbrado a
sobrevivir con poco. «Tal vez Dios quiere que ayunemos», dice. Él cree que Dios
está tratando con ellos. Increíblemente, llama «prueba de Dios» a una situación
que él mismo generó.
A Rebeca se le ocurre que, por lo menos, tomarán
algo de agua. Un té, quizá. Cualquier ser humano puede sobrevivir bastante
tiempo sin comer, pero muy poco sin beber algo de líquido.
Los primeros rayos del sol, sin embargo, ya
evaporaron cualquier vestigio de agua. No hay nube, no hay piedras milagrosas
que viertan agua, no está Moisés. Ni los vecinos que solían almacenar un poco
de líquido en una cantimplora.
(Los hijos de los Cohen por
primera vez en 14 años, el sol les quema la piel…)
- Este
sí que es un mal día… dicen los Cohen.
Aunque no haya nada para cenar, el matrimonio y sus hijos se toman de la
mano en derredor de la mesa para realizar un breve devocional familiar. «Dios
no pudo haber olvidado que le servimos tantos años», razona Rebeca entre
lágrimas.
No se trata de que Dios tenga una mala memoria, sino de conocer cuál es el lugar
correcto en el que debemos estar. En la universidad de Dios, no se califica por
promedio: SINO POR OBEDIENCIA.
Aun así, Cohen trata de comenzar una oración en la
cabecera de la mesa familiar. Pero es Rebeca quien nota que el niño más pequeño
está más rojo que de costumbre. Su piel parece un tanto quemada. Se le acerca,
toca su frente y descubre, con horror, que el niñito ARDE de fiebre. Para ser
sinceros, el muchacho del medio también está insolado. Y la niña se queja de
que le duele la cara y la cabeza. El mayor se quita la camisa para descubrir su espalda
completamente llagada.
«Esto no
puede estar ocurriendo», dice Rebeca interrumpiendo una oración que casi no pudo
comenzar, «¡En catorce años, nunca el sol dañó a nuestros niños!»
Lo que
olvido Rebeca es que el filtro solar para sus hijos era la nube.
LAS
DESICIONES QUE NOSOTROS TOMEMOS AFECTARAN LA VIDA DE NUESTROS HIJOS.
BAJO LA
NUBE TUS HIJOS VIVIRÁN Y CRECERÁN BIEN… FUERA DE ELLA LA VIDA TE LOS VA A
DESTRUIR… TE LOS VA A LASTIMAR.
Las pésimas decisiones como padres,
estimados Felipe y Rebeca, harán que el sol haga estragos en la piel de
nuestros niños.
La madre puede observar la piel llagada de
su pequeño y culpar al líder juvenil. O tal vez a la iglesia que no supo
contenerlo. 0 quizá a la sociedad de jóvenes que nunca se organizó y carecían
de un buen programa. 0 lo más fácil, un demonio se apoderó de él.
Pero en este caso, Rebeca sabe la verdad:
SI NO ESTAS BAJO LA NUBE, NO PIDAS
PROTECCIÓN PARA TUS HIJOS.
(Los Cohen toman la
decisión de correr en busca de la nube de Dios)
Los Cohen se miran y no hace falta decir
nada más. Hacen las maletas lo más rápido que pueden, la luz de la luna les
sirve para buscar algunas cosas en la oscuridad. Deciden unirse a los demás,
meterse bajo la nube.
De pronto, a lo lejos, puede sentirse el
estruendo que producen los cascos de caballos en la arena. «Tal vez
alguien nos echó de menos», piensa Felipe. Pero no se trata de ex
vecinos. Son bandidos, forajidos. Suelen ir detrás del campamento buscando
rezagados sin protección. Querrán robarles lo último que les queda, raptar a
sus niños y quizá algo peor.
La leyenda dice que los Cohen abandonaron
todo y se dieron a la fuga en las penumbras de la noche, en dirección a la
nube.
Nadie sabe, a ciencia cierta, si llegaron
a tiempo.
Algunos afirman que viajaron toda la noche
y, a la mañana siguiente, se unieron al campamento, al otro lado de la montaña.
Pero otros dicen que fue demasiado tarde.
Imposible correr con cinco niños por el desierto.
En realidad, nunca sabremos lo que pasó.
CONCLUSIÓN
Esta historia realmente es mi historia.
Logre volver a meterme bajo la nube
No solamente es mi historia. También es tu
historia. Es la historia de cada uno de nosotros… aun hay tiempo para meterse
bajo la nube de Dios.
2013 puede ser el mejor año de tu vida.
Pero eso va a depender de la decisión que tomes.
¿Qué DECISIÓN VAS A TOMAR?
Nota: Esta Historia de los Cohen fue sacada del libro CÓDIGO DE CAMPEÓN de Dante Gebel.
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